Divinos misterios
II.
El agua sabe a tierra.
La comida está rancia.
Los hombres se pasan en un beso auxiliar un poco de sangre para alimentarse
y el último de la fila,
si acaso,
escupe un coagulo ácido, maloliente.
-A veces hay que obligarlo a escupir-
Se miran, hablan. No pierden el puesto.
La piel se les ampolla pero no pierden el puesto.
La madre lame la boca del hijo para que el futuro no muera de sed
pero que memorice la urgencia, el respeto a la dádiva.
La desesperación se normaliza apenas traga.
La mujer abre la boca y le sale aire negro.
Nada, vacío.
Cuál es el revés del hambre.
Es la bendición del alimento.
Gracias Padre, Gracias Hijo,
Gracias Espíritu Santo.
Responde la niña, preñada y parasitaria:
Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos, de los siglos. Amén.
**
Los amantes se cortejan en buenos restaurantes.
Ven el plato, lo engullen. No se ven las caras
Hablan poco porque no hay futuro.
Tiran pero nadie nace.
Se agradece con sexo la buena comida.
Se paga con crédito la calma.
Estamos vivos.
Hoy, estamos vivos.
Pero el agua sabe a tierra
y la comida está rancia.
-No volveremos allí, amor-
La mujer abre la boca y le sale aire blanco.
Soledad, un beso
Cuál es el revés del hambre.
Es la sumisión del cuerpo.
***
La casa se carga a todos lados.
Uno cree que vive donde duerme.
Una placa de cartón les cubre las cabezas
y la cenital sombra parece que se las cortara.
Se sudó el fervor. Se empapó todo.
Arde el sol y lo que fue río adentro
se ha secado sobre el cuerpo.
Se ha hecho una nube inútil , vaho de cansancio.
Lento el paso. Húmeda la ropa.
Las tortugas cagan poco porque comen poco.
La paciencia descansa por turnos en un pie / en el otro.
Un cuerpo que ensaya el avance patea el polvo y se hunde.
Estamos vivos.
No podemos pagar unos zapatos para que las hormigas nos respeten
[la certeza.
Pero, hoy, estamos vivos.
Los pies se ampollan pero no pierden el puesto.
Los huesos se cansan pero la formación no se rompe.
Necesariamente obediente, recibe.
La mujer abre la boca y le sale humo gris.
Mentiras, aleluyas.
Se humedece los labios antes de dar las gracias:
Gracias Padre, Gracias Hijo,
Gracias Espíritu Santo.
La fe es una invocación de la divina misericordia.
Las tortugas se entierran vivas
y aparecen cien años después
inmensas / ancianas / indestructibles
vivas
para repetirse.
Sin memoria del sol. Sin hambre.
Como era en un principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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