feliz en febrero
i.
ser menos
Pablo hoy me ha dicho -en broma- que debo ser más superficial y a mi se me ocurrió que debía ser menos. menos superficial y menos existencialista. ser menos. reducir el pensamiento, la humanidad y el alma a una cosita que importe mucho menos. restarme conmigo misma y anularme -ruido de borrador- desaparecerme un rato.
Dice él, Pablo, refiriéndose a mis tortuosas reflexiones que trato de evadir durmiendo, que uno sólo debe ponerse así sentado sobre riscos donde revientan olas o viendo las estrellas en el cielo, echado sobre el pasto. Quizás, vale también, pero a mi me sale natural, qué te puedo decir, mejor guardo silencio y sustituyo mi huracán con comentarios cotidianos.
Ya Pablo sabe lo que creo. Opino que él ha condicionado sus reflexiones a clichés cinematográficos y, mucho peor, clichés cinematográficos hollywoodenses. Juro que se lo perdono, que hasta me río porque me causa gracia inocente y pues, que sé yo, porque me tomo a la ligera todo, hasta mis propias barandas y ( puf!) salto.
Hoy, me duele todo, hasta aquello que nada ha hecho y sólo es. Quisiera dormir y despertarme limpia, libre de culpa y pecado. Quisiera tener diez años menos y mil vidas más. Ahora, justo ahora, me cansa vivir. Me fastidia el carácter ineludible de la vida.
Y a pesar del cansancio, no he podido llorar. Arrugo el rostro y me comprimo el pecho con la palma de la mano, intentándolo de nuevo. Tú reincides y lo arruinas todo. Sonríe la campesina ante la caprichosa monarquía.
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