maría
cinco centímetros mástacones
el cepillito
cargado de negra tintura
bajando con precisión por el tobogán de tus pestañas
y mi barriga huérfana,
abrazada en mi silencio adulto
que supone y desea
casi con fe
la buenaventura de tus chispas verdes
digamos que alguna vez,
lloraste por mi torpe descuido
pero luego,
te hice reír
hasta la lágrima de ojos alegres
esa cuenta matemática,
la casualidad del techo,
las decisiones del alma,
es casi un juego de manos de cercanías y distancias
señor mío,
que maravilla
su columna arqueada al cielo
niña blanca y redondita que dormía sobre mí
para ella, yo era el todo
hoy soy un planeta más
_que admira su larga estela de señorita infinita
sé que a veces caerá
para ensuciarse de mundo,
que rasparán las rodillas
y que temblará su lengua
sé que la persigue la muerte salvaje
desde el primer día
la primera chispa
yo no sé si ver,
pequeña maría,
cómo te haces la mujer que viniste a ser
toda la impotencia de mi verbo inútil
se calla y concede
supone y desea
4 comentarios:
Voy a intentar adivinar de qué trata esta poesía aunque no debería. Creo que habla de ser pequeño y del proceso de incorporarse al mundo de los grandes
Cecilia! qué buen blog!, no podía ser diferente.
[Saludos]
TuFan
TuAmigo
TuAdmirador
Tuto
ese es mi nombre :)
:) Avagún, no, diablo. Bueno sí, pero no totalmente. Beibi, tus poemas ya son grandes, como tú, se te lee como a un libro desconocido pero apasionante.
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