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junio 26, 2007 Maily Sequera 1 Comentarios

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Paladares dormidos, marquitas de uñas y un lunar perfecto tras la oreja izquierda. Un charco de orine en la calle, mi ojo aguadito que no se derrama, estrellitas de papel en el infierno, un frasco de Xilocaina en jarabe que no existe. Una revista que no vas a leer pero que guardas y esa novela desmembrada que te debo. Los hijos inmortales que parí, toda la lata, los reflejos de este mundo y una lista de deseos. La verdad que me ama, los hombres que no me mienten y esta cuerda diez que me tortura. Un pecho, dos senos, cuatro manos, Dios, la boca y la literatura argentina. Mi idea de cómo besar, los unicornios y una gaveta de objetos perdidos. El azúcar, las cajas, las bolsas, los colores de madera, una llamada. Las guerras, mi hambre, el verde, un semáforo aburrido, el abandono. La música huérfana de mis amigos, una cámara fotográfica, la penitencia. Una puerta, mis fantasmas y tus muertos, mis patos y tanta metodología contrapuesta. Hice un anagrama con tu nombre - vida- y la letra sobrante la usé como mezclador. Te lo comento por retarte un poco y porque estoy borracha. A veces, – no es costumbre- soy muy mujercita. Tómame la mano, siéntate a mi lado. Déjame sumergirme en mi bañera rosa. No dejes que me hunda el peso de mis párpados y el vodka. Tu mano me aguanta y tu voz me alerta. La idea no es patentizar mi decadencia, sólo quería decirte, desde mi inundación controlada: Hay cosas que se suman, aún en negativo.